La introspección es una conducta que implica un proceso, por el que “dirigimos una mirada hacia nosotros mismos”, y eso implica que lo podemos hacer de diferentes formas, y por lo tanto habrá diferencias en cada una de ellas.

Suele repetirse en charlas motivacionales, libros de auto ayuda..que: “mirar hacia dentro es el camino a la claridad, el autoconocimiento. Que si exploras lo suficiente lo que sientes, acabarás encontrando la causa. Y con ella, el alivio”, y no siempre es así.

Pensar de forma repetitiva y sin acción no ayuda a resolver el malestar… lo perpetúa. Son características propias de lo que se denomina el proceso de “Rumiación”. Muy común ya que nos dedicamos a pensar en bucle, cayendo en sobreanalizar aspectos, que quizás sean completamente irrelevantes.

La Rumiación es una conducta rígida, cerrada, autoreferencial y autoculpabilizadora. En muchos momentos con una función de evitar aquello que realmente estamos sintiendo o como creer, que a partir de ejercitarla mucho, vamos a dar con la clave para resolver el asunto que la esté ocupando.

Otra forma de introspección la ponemos en marcha a través de la Reflexión, que es abierta, flexible y orientada al aprendizaje, frente a la parálisis y la culpa de la Rumiación.

Para la Reflexión hay que proveerse de unas herramientas que en general no suelen estar a disposición de forma generalizada. Modelos que nos sirven de “planillas” por la que movernos para hacerla. Buena parte de mi trabajo consiste en esto último: facilitarlos y entrenarlos.

Pensar mucho no significa hacerlo de forma “útil”, en muchas ocasiones se puede convertir en un agujero negro en el que nos metemos. No importa sólo hablar o pensar acerca de lo que a uno le ocurre y cómo se siente (cosa que en ocasiones puede ser un alivio momentáneo) importa mucho más cómo se habla y se piensa, desde donde se está haciendo y con qué función.

A veces, hacer una introspección sin más, sobre pensar no es conocerse mejor. Es solo otra forma de quedarse en el mismo sitio, con palabras más sofisticadas.

El cambio no suele empezar con una pregunta… sino cuando dejamos de repetir siempre la misma.

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