Como es tradicional el dia 24 de Junio muchas personas se acercaron por la noche a la playa más cercana, cada una llevada por un motivo; aunque sí que podría generalizar, con un grupo de 3 que con bastante probabilidad muchos compartirán:
- La excusa de cumplir con la tradición, pasar un rato lúdico, divertido, compartirlo con amistades, familiares..sin más.
- La anterior motivación, ampliada con la posibilidad de a través de cumplir el rito de saltar una hoguera, expresar un deseo con la intención, que el “destino, el universo, los dioses” otorguen su cumplimiento
- Pasar a primer plano el rito de “saltar una hoguera, pedir un deseo”, y comprometerse mucho con la esperanza, de que se verá cumplido
La cuestión que quiero abordar es el grado de implicación personal que mantengo con una determinada idea mágica: “hago esto y conseguiré eso”. La idea que a través del cumplimiento de un rito, que por supuesto, contienen sus “normas operativas, lo que refuerza la credibilidad del mismo”; lo lograré.
Si esta idea mágica la utilizo como forma de apoyar las medidas concretas, que depende de mí tomar para hacer más probable ese deseo (caso de que depende de mi ello), puede ser muy útil, porque de alguna forma, esta idea mágica, está apuntalando las cosas que voy a accionar, y que sin ellas, el deseo no se vería cumplido.
Ahora bien, si solo me quedo con la “idea mágica”, es peligroso, porque estoy depositando fuera de mi control, algo con lo que necesariamente tendré que tomar las riendas, en acciones concretas que encaminen las cosas a cumplir mi deseo, caso de que este deseo, sí que dependa de mi su cumplimiento.
Cualquier idea no es buena o mala en sí, sino, ¿cómo y para qué la utilizo?